Hoy pasé por el cementerio de un solitario pueblo en mi bicicleta y un muerto me pidió una bola, le hice señas de que no podía llevarlo, que iba monte arriba. Se quedó con el dedo pulgar extendido hacia el cielo mientras yo seguía pedaleando en mi mountain bike, y justo al entrar en el trillo, pensé, ¿Quién llevará a quién?
Espeluznante!!